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sexta-feira, março 23, 2018

Un soneto me manda hacer Violante

Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.


Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.
Félix Lope de Vega y Carpio, poeta, dramaturgo

quinta-feira, dezembro 13, 2012

Están llegando los frios.


Veinte años de estar juntos
esta tarde se han cumplido.
Para ti... flores... perfumes,
para mi... algunos libros.

No te he dicho grandes cosas
porque... porque no me habrían salido,
ya sabes... cosas de viejos...
requemor de no haber sido.

Hace tiempo que intentamos
abonar nuestro destino.
Tu... tu bajabas la persiana
Yo... yo apuraba mi ultimo vino.

Hoy, en esta noche fría,
casi... como ignorando el sabor
del la soledad compartida,
quise hacerte una canción
para cantar... despacito,
como se duerme a los niños.
Y... y ya ves, solo... palabras
sobre notas me han salido
que al igual que tu y que yo
ni se importan ... ni se estorban
se soportan amistosas,
mas... mas no son... no son una canción.

Que helada que está esta casa...
Será... será que esta cerca el rio...
o... o es que entramos en invierno
y están llegando... están llegando
los frios.
Patxi Andión (Francisco Andión González), cantautor

quarta-feira, outubro 24, 2012

Medo do vento? ¡Quítate de ahí!

En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como Don Quijote los vió, dijo a su escudero: la ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla, y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer: que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra. ¿Qué gigantes? dijo Sancho Panza.

Aquellos que allí ves, respondió su amo, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas. Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino. Bien parece, respondió Don Quijote, que no estás cursado en esto de las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla. Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas: non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete. Levantóse en esto un poco de viento y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por Don Quijote, dijo: pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra, escritor